
«Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.. » escribía Pablo Neruda.
Ya lo decía Freud, hay que escuchar más a los poetas…
A nivel mundial, los profesionales que trabajamos en los campos de la Salud y la Educación estamos francamente preocupados en conocer las diferentes variables que están determinando el incremento creciente de consultas por problemas de atención, de conducta y dificultades de aprendizaje, y las quejas de padres y educadores sobre un fenómeno aun más complejo y difícil de resolver, la poca motivación y compromiso que tienen los niños y jóvenes hacia el estudio.
Ahora, ¿esto es un problema sólo de los chicos? ¿por qué la sospecha de «enfermedad», disfunción o trastorno recae siempre sobre los niños y jóvenes?
Si la sociedad cambia, la oferta cultural también, los modelos identificatorios, los modos de vinculación y hacer lazo social entre las personas se modifican… todo esto retroalimenta, sin duda, en forma dialéctica transformaciones en los modos de vestir, de actuar, de ser, de pensar, en los modos de percibir la realidad, y por supuesto en los modos de apropiarnos del conocimiento, ¿no es lógico pensar que nuestros niños, nuestro adolescentes, nuestros jóvenes ya no son los mismos que los de generaciones anteriores?
«El modo de la percepción cambia junto con el modo total de la existencia de los colectivos históricos .. » señalaba Walter Benjamin ya en el año 1936 !!
Si hemos transitado rápidamente del universo del Homo tipográfico al del Homo iconográfico, pero los mediadores, docentes, terapeutas, padres, cuidadores y otros actores que se vinculan con los chicos no se adecuan a este cambio vertiginoso, y hablo de una adecuación no solo de los medios, de usar tecnología u otros recursos didácticos y terapéuticos, sino , fundamentalmente, de reciclar la mirada, la mente, la forma de «ver» y pensar ¿quién y qué es hoy un niño o un adolescente ? ¿qué necesita el chico de hoy?, ¿ qué le puedo aportar yo hoy, para acompañarlo en ese difícil trayecto de crecer, y sobre todo de aprender para ser ?
Si fijo la mirada desde el paradigma del «disciplinamiento», de la «normalidad estadística», siempre tenderé a ver enfermedad o trastornos en los niños que en realidad se aburren en algunas clases porque no se ha modificado su oferta educativa por años, veré hiperactividad en la movilidad, impulsividad y atropellamiento común que tienen los niños en su infancia, comportamiento oposicionista desafiante en el adolescente que está en búsqueda de la necesaria marca de diferencia durante la turbulenta construcción de su identidad, veré obstáculos en el alumno que prefiere desarrollar un tema en viñetas, en lugar de hacer una «redacción» o contar un cuento en forma de prosa tradicional.
Los hábitos perceptivos de nuestros niños y jóvenes vienen siendo modelados en gran parte por la cultura multimedial,así como por nuevos diseños de convivencia familiar mediados también por tecnología que se va incorporando con estatus de «escencialidad» a la casa y que obtura el compartir charlas y juegos con los hijos..La forma en que la familia se relaciona ya no es la misma, y el formato escolar, no ha cambiado demasiado desde la escuela de la Modernidad. .Entonces ¿»la mala de la película » es la tecnología?, claro que no!, un objeto no es bueno ni malo, todo depende cómo el humano lo use; el problema está en la dificultad de discriminación, racionalización, en el establecimiento de prioridades y la puesta de límites a la misma que hagamos los adultos…padres y educadores fundamentalmente. La clave está en el diseño, en la forma que configuro un vínculo con el otro, en la capacidad de sorprender y dejarme sorprender , en que con, o sin tecnología, la familia y la escuela puedan lograr que el conocimiento, sea cual sea el formato para acceder a él, se vuelva un objeto de deseo para el niño o el adolescente.
Desde la neurociencia sabemos que los cambios en el medio ambiente, nuestros modos de intervenir e interacturar con los modifican el programa genético, sabemos que hay una memoria genética que conserva los cambios del ADN entre generaciones, no será tiempo de usar una suerte de ingeniería genética neuro-psico-pedagógica para provocar cambios reales y actualizados en el ADN del sistema educativo?.
Silvia Pérez Fonticiella.
Neuropsicóloga.
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