Evaluación Neuropsicológica – Supervisión de casos Clínicos – Capacitación Profesional

Evaluación Neuropsicológica – Supervisión de casos Clínicos – Capacitación Profesional
La falta de organización y concentración, son algunos de los errores que dificultan el aprendizaje
“Es muy inteligente, pero no aprueba”; “estudia mucho, pero luego suspende”. Sentencias como éstas se les escuchan a padres cuyos hijos en edad escolar, no obtienen los resultados académicos deseados. Las causas de este bajo rendimiento no hay que buscarlas siempre en la capacidad o en la inteligencia de los estudiantes. A menudo, el origen del problema es diferente: “no saber estudiar”.
En su libro “Aprender a estudiar, no es imposible”, el profesor Joaquín Almela define el término “estudiar” como una situación en la que el estudiante debe “situarse adecuadamente ante unos contenidos, interpretarlos, asimilarlos y retenerlos para después poder expresarlos en una situación de examen o en la vida práctica”. El problema surge cuando el alumno tiene dificultad para llevar a cabo una o varias partes de este proceso de forma efectiva.
Las dificultades se pueden corregir, pero esto debe hacerse a tiempo, para que no se conviertan en un hábito
Estas dificultades pueden residir en características personales del alumno, como la falta de atención o la mala memoria, en actitudes hacia el estudio, como el desinterés o la desmotivación, en cuestiones organizativas, como la falta de método, técnicas y estrategias de aprendizaje, o en aspectos ambientales, como la carencia de un lugar adecuado para estudiar o la abundancia de distracciones en el entorno. Todas estas dificultades se pueden corregir de forma sencilla, lo importante es hacerlo a tiempo para que no se conviertan en un hábito que marque la trayectoria académica del estudiante durante su vida escolar.
Analizar la situación
El primer paso que deben dar los progenitores, junto con los propios estudiantes, es analizar de forma detenida los diferentes problemas que detecta el alumno al estudiar. El escolar que obtiene bajas calificaciones no es el único que tiene dificultades, también puede tenerlas quien, a pesar de conseguir buenos resultados, ha tenido que realizar un esfuerzo mayor para alcanzarlos.
En el proceso de análisis deben intervenir los docentes o profesionales de apoyo
Las dificultades pueden originarse en el momento de abordar el estudio en casa, pero también pueden tener de base una actitud errónea en clase. Estos profesionales son un apoyo esencial para obtener recomendaciones sobre estrategias, técnicas y recursos idóneos para estudiar de forma efectiva.
Errores habituales
Cada estudiante es único, pero en función de sus dificultades de estudio pueden definirse varios perfiles: quien estudia mucho y no aprueba, quien estudia bien, pero falla en los exámenes, quien no quiere estudiar… Según estas tipologías, las dificultades o los errores pueden residir en unos u otros aspectos:
Método de estudio: como afirma Ramón González Cavanach, en su obra ‘Estrategias y técnicas de estudio’, una de las razones por las cuales un alumno no es un buen estudiante puede ser: “abusar de técnicas y estrategias simples centradas en la repetición y el repaso, en detrimento de otras más complejas como la elaboración de esquemas o la construcción de supuestos”. Los especialistas recomiendan revisar este aspecto metodológico, sobre todo, en los casos de alumnos cuyo rendimiento al estudiar no se refleja en los resultados. Un uso adecuado de las principales técnicas de aprendizaje, permite disminuir el tiempo de estudio y aumentar la habilidad para comprender la información.
Concentración: en ocasiones, el alumno tiene voluntad de estudiar, pero no es capaz de concentrarse en sus tareas. En estos casos, hay que revisar y eliminar los elementos de distracción que pueden provocar esta falta de concentración y proporcionarle un lugar de estudio adecuado alejado de las disrupciones.
Planificación: la abultada agenda de actividades extraescolares que atienden cada día muchos estudiantes impide que cuenten con el suficiente tiempo para organizar su estudio. Un alumno considerado perezoso, en ocasiones es tan solo un alumno cansado, sin ganas de estudiar después de una jornada agotadora. Es necesario que los padres y alumnos planifiquen un horario realista, adaptado a la edad del niño y su perfil, que le permita adoptar una rutina de estudio eficiente.
Comprensión: algunos estudiantes son incapaces de estudiar de forma eficiente porque carecen de la base necesaria para entender la materia. Estos casos, más frecuentes en alumnos que cambian de nivel o de centro, necesitan una intervención del docente de apoyo o terapeuta, que oriente a los padres y al alumno sobre los contenidos que debe reforzar para ponerse al día en la asignatura.
Motivación: la falta de interés y una actitud negativa hacia los estudios es una de las principales causas del fracaso escolar. Desde el entorno familiar, los progenitores pueden motivar a sus hijos si muestran interés por sus tareas, participan en ellas y expresan satisfacción ante sus logros. Por otra parte, los docentes en el ámbito académico pueden utilizar distintas estrategias motivadoras que ayuden a despertar el interés del alumno por las materias y fomente el sentimiento de competencia.
Ansiedad: distintas actitudes mentales como la inseguridad, el nerviosismo y la ansiedad pueden provocar que un buen alumno sea incapaz de demostrar sus conocimientos en el momento de enfrentarse a un examen. Se debe enseñar a estos estudiantes a preparar la mente para el examen, fomentar la confianza y seguridad en sí mismos y evitar que cometan errores frecuentes, como estudiar de forma desmesurada el día anterior, dormir poco o alimentarse mal.
La habilidad para el cálculo matemático es una función cognitiva con niveles de eficiencia dispar entre la población estudiantil. A los efectos de una evaluación neuropsicológica, es necesario tener en cuenta que, además de los posibles condicionamientos cognitivos de cada niño o adolescente, es necesario tener en cuenta que los factores socioeconómicos y culturales cuentan con una influencia importante, lo que exige al evaluador responsable, no considerar los varemos de las pruebas estandarizadas como una verdad revelada.
La dificultad para el cálculo matemático casi nunca es total, por lo que habitualmente se habla de discalculia y no de acalculia. Además, es importante discriminar la falta de esta habilidad adquirida previamente por lesiones estructurales, la que deberá ser descartada, de otras dificultades de acceso al aprendizaje de la matemática.
Desde la perspectiva neuropsicológica, el cálculo es una función cognitiva extremadamente compleja, ya que una simple operación aritmética está conformada por diferentes mecanismos neurocognitivos:
De las funciones numeradas anteriormente, podría decirse que el uso de papel y lápiz reduce la necesidad de la memoria de trabajo, mientras que exige mayor habilidad de la memoria de trabajo para el cálculo mental. En cuanto a la memoria a largo plazo, es requerida de dos maneras diferentes. a) Para recordar las reglas generales de cálculo de una operación en particular y b) Recordar las tablas aritméticas pre-aprendidas.
Alteraciones y dificultades observadas en la clínica
Como se ha dicho anteriormente, son múltiples las funciones cognitivas que se ponen en juego para el cálculo aritmético. Pero allí comienza el gran desafío para el evaluador neuropsicológico, que es localizar la etiología de la dificultad, de modo de diseñar las estrategias adecuadas para el trabajo de tratamiento específico. Descartando la severidad del síndrome de Guerstmann, que describe las dificultades aritméticas como producto de alteraciones cerebrales globales, como demencias, afasias, alexias o negligencia espacial, es más común encontrar una dificultad selectiva de la capacidad de calcular.
H. Hécaen realiza una clasificación de estas dificultades y que resulta interesante para comenzar a clarificar:
1. Alexia y agrafía numérica. Alteraciones en la lectoescritura de los números. Esta dificultad puede ser específica o bien asociada con alexia y agrafía de palabras.
2. Acalculia espacial. Alteración en la organización espacial de los dígitos expresada en las reglas de la colocación de los números.
3. Anaritmetia: Esta situación refleja la incapacidad primaria para el cálculo y que no resulta de los dos casos anteriormente descriptos. Implica, por tanto, una alexia y agrafía numérica aislada, sin alteraciones en otras áreas de la percepción y del razonamiento matemático. Dentro del este concepto de anaritmetia, hay casos que presentan una discapacidad selectiva para recordar valores tabulados de operaciones simples, pero que conservan el concepto concreto de una operación matemática. De este modo, la dificultad se manifiesta en una u otra operación aritmética, error en el procedimiento, alteración de las cantidades que deben ser memorizadas para continuar con la operación (Cifras que deben ser contempladas en la siguiente columna en la suma o resta)
Evaluación neuropsicológica
En el proceso de una adecuada evaluación neuropsicológica, las dificultades en el cálculo deberán ser examinadas dentro de una globalidad de aspectos cognitivos evaluados. Es necesario descartar, por tanto, dificultades neurocognitivas más amplias como disfasia, dislexia, disgrafía o estados confusionales del sujeto ya que, de existir algunos de ellos, la discalculia resulta comórbida de las alteraciones principales.
En el caso de que cada una de estas alteraciones principales fueran descartadas y teniendo en cuenta la incidencia de factores socioculturales que puedan condicionar el aprendizaje de la matemática, habría que aplicar un protocolo de evaluación específica de las habilidades numéricas y de cálculo:
Todo lo anterior, nos dará indicadores para determinar la presencia de dislexia y/o disgrafía numérica. A continuación, habrá que direccionar la evaluación en la lectoescritura de números de varios dígitos; en especial aquellos números que contengan el dígito cero (150 – 105), ya que la dificultad en este campo nos acerca al terreno de la discalculia visuoespacial.
Una vez que el evaluador se afiance en la supuesta integridad de capacidades relacionadas a la grafía, la lectura y el factor visuoespacial del cálculo, debería centrarse en la evaluación y análisis de las anaritmetias primarias:
De esta manera, ya estamos evaluando el conocimiento de los símbolos matemáticos y además, la adecuada alineación de los mismos. Luego de ello, comenzamos a explorar las habilidades para resolver operaciones simples. Primero con un dígito y luego en número creciente de dígitos. En este caso, es importante enfatizar, tanto en el papel como en los cálculos mentales, en las características de los fallos, para tener el material necesario para el análisis cualitativo de la comprensión del concepto aritmético, la memoria de trabajo, capacidad de secuenciación en el pensamiento y habilidades para la abstracción.
Como puede observarse, el proceso de evaluación neuropsicológica requiere un camino sinuoso y transversal. Cuando se detectan problemas de cálculo, no es suficiente con las subpruebas que ofrecen las baterías estandarizadas, las que son necesarias pero no determinantes. EQUIPO IINNUAR – Prof. Lic. Mario Valdez – Neuropsicología del Aprendizaje
EL ROL DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS EN LA ENSEÑANZA DE LA ALFABETIZACIÓN.
OBJETIVOS DE APRENDIZAJE.
Describir como las funciones ejecutivas a un proceso cognitivo que influye en el aprendizaje de la alfabetización y el éxito académico.
Las funciones ejecutivas son el proceso mental que permite a los individuos regular sus pensamientos y comportamientos. Los padres y educadores esperan que los escolares y adolescentes aprendan a iniciar, controlar y lograr cumplir con una multitud de tareas de aprendizaje académico y conductas de interacción, que son dependientes de las funciones ejecutivas.
Los estudiantes necesitan el control ejecutivo que regula la focalización de la atención, la planificación de las acciones, razonamiento, el recuerdo, la integración de las experiencias pasadas con el entorno presente, la toma de decisiones, tanto, como poder identificar las acciones más eficientes vinculadas a la participación social y lograr autorregulación emocional.
La función ejecutiva y las habilidades del lenguaje tienen una relación continua y recursiva que apoya al aprendizaje. Las funciones ejecutivas competentes, proporcionan la base cognitiva para el crecimiento del lenguaje y aprendizaje académico.
Los aprendices emplean regularmente el lenguaje para regular sus funciones ejecutivas y aprender conceptos académicos y habilidades. El lenguaje, ayuda a los aprendices, como mediador y control de los procesos ejecutivos que marcan el aprendizaje académico. Esto es especialmente importante para el aprendizaje basado en el lenguaje, que implica la alfabetización. Entonces, con un mejor aprendizaje, los estudiantes tienen más conocimientos de respaldo y experiencia para la tarea usando las funciones ejecutivas y desarrollando el incremento del lenguaje.
Las habilidades del lenguaje pueden ser, a la vez, causa y consecuencia del aprendizaje. Esta relación multidireccional se ilustra en la figura que sigue, la cual representa cómo, las funciones ejecutivas, el lenguaje y el aprendizaje, son capacidades que se apoyan mutuamente.
La alfabetización, en esta conceptualización, es una capacidad del lenguaje y es, además, un tipo específico de aprendizaje que involucra muchas habilidades y procesos.
Se intenta describir cómo, los aprendices, pueden usar el soporte del lenguaje y desarrollar las funciones ejecutivas y recíprocamente cómo, el crecimiento de las funciones ejecutivas, pueden mejorar el lenguaje oral, la alfabetización y el aprendizaje académico. También se intenta dar estrategias basadas en el lenguaje para ayudar a los estudiantes a regular aprendizaje y conductas de modo que puedan tener éxito en lo académico y en la interacción social.
El caso Pablo
Pablo tiene 11 años, y se observa que le cuesta mucho buscar, seleccionar y procesar información para hacer sus trabajos escolares y aplicar sus conocimientos previos a los nuevos aprendizajes. El niño denota un pensamiento bastante rígido, con dificultad para cambiar adaptativamente el foco de su atención y poder redireccionar así sus recursos cognitivos a diversas perspectivas o a completar consignas variables.
Por ejemplo, tiene dificultad para darse cuenta de que la multiplicación y la división son procesos inversos. El puede multiplicar y dividir, pero tiene mucha dificultad para usar los procesos recíprocos o en una forma complementaria.
El docente de Pablo utiliza facilitadores verbales como estrategia para ayudarlo a poner los conceptos e ideas en palabras, y de este modo. trata de comprender sus procesos de razonamiento. El considera que Pablo tiene dificultades para organizar conceptos, y llama a esta dificultad “pensamiento por conexiones” o pensamiento asociativo.
Además, el maestro observa que, en circunstancias emocionales y sociales, Pablo puede tener dificultades para comprender cómo pueden existir condiciones competitivas. Señala que, Pablo declaró, que no entendía por qué algunos estudiantes estaban contentos y tristes al final del año escolar, no pueden ser ambos a la vez, en su razonamiento Sus maestros emplean estrategias para promover el pensamiento crítico, la toma de perspectiva de pensamiento inferencial, la generación de alternativas y preguntas metacognitivas y lo ayudan a darse cuenta de cómo la flexibilidad en la razón, el ser capaz de captar diversas perspectivas, es importante para aprender información de nivel superior y manejar eventos de la vida, sobre todo desarrollar habilidades sociales.
El desafío será pensar cómo aplicaría lo leído en cada uno de los casos de los niños que atendemos, tanto en el aula como en colnsultiorio.
“FUNCIONES EJECUTIVAS Y LOBULO FRONTAL SU IMPORTANCIA EN EL APRENDIZAJE” –
Técnicas de exploración de la Atención, la Memoria de Trabajo y el control inhibitorio comportamental.
Estrategias para enseñar a pensar y estimular la creatividad.
Material digitalizado, para tratamiento o para trabajar en el aula estimulando las Funciones Ejecutivas.
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Neurociencias y sus aportes a la Educación
Video: ¿Hasta qué edad se puede aprender?
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Todos estos materiales seleccionados y algunos de ellos desarrollados por el equipo de investigación de IINNUAR, cubren los temas abordados y serán aportados a los participantes enviándoselos por email.
Modelo de historia clínica para niños y adolescentes IINNUAR.
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Form. Factores de riesgo en el desarrollo neonatal e infantil.
Material de pruebas para realizar exploraciones:
Modelo de Informe de Evaluación Psicopedagógica con aporte de la Neuropsicología.
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Bibliografía de referencia.
¿Cómo aprende el ser humano? Prof. Lic Silvia Pérez Fonticiella.
Tecnología que mejora la calidad de vida. Prof. Lic Silvia Pérez Fonticiella.
Principios de Neurociencia. Eric Kandel.
Neurología pediátrica. N. Fejerman.
Neuropsicología Humana. Kolb.
El lenguaje del niño. Narbona / Chevrie-Muller.
Aprender para ser. Marina Muller.
Diagnóstico y tratamiento de los problemas de aprendizaje. Sara Pain.
Psicopedagogía Operativa. S. Pain / H. Etcheverría.
El cerebro lector. S. Dehaene.
La clínica psicopedagógica como laboratorio de investigación social. Mario Valdez / Silvia Pérez Fonticiella. En “Aportes de la Psicopedagogía a los nuevos escenarios”.
Inteligencia y simbolización. Silvia Bleichmar.
Exploraciones Psicoanalíticas. Winnicott
La imagen inconsciente del cuerpo. F. Dolto.
El niño retardado y su madre. Maud Mannoni.
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UN ESTUDIO REVELA CÓMO MEJORAR EL APRENDIZAJE TEMPRANO DE LOS NÚMEROS
El desarrollo del “concepto de número” en la temprana infancia es el mejor indicador que poseen los educadores para predecir futuras habilidades matemáticas. Un reciente estudio muestra de dónde surge esta habilidad, y propone un modelo para favorecer su aprendizaje.
Mucha gente sabe contar, pero el modo en que dominamos esta habilidad todavía es bastante misterioso. Los números fueron inventados hace cuatro o cinco mil años, lo que implica que no ha pasado suficiente tiempo como para que evolucionen en el cerebro partes especializadas para procesarlos. Esto hace suponer que las matemáticas son mayormente una invención cultural.
La capacidad para contar parece estar basada en una interfaz entre la visión y el razonamiento que compartimos con otros animales, lo que nos permite “ver” números pequeños -alrededor de cinco- sin contarlos. Esta habilidad, a veces llamada “el sentido o concepto de número”, sirve de fundamento para el conocimiento matemático posterior, pero su mecanismo no está claro. Se ha postulado que el “concepto de número” podría ser innato, pero esto no explica por qué aprender a dominar el uso de los números pequeños es una tarea tan difícil y compleja para los niños.
Un reciente estudio a cargo de Michael Ramscar, Melody Dye, Hanna Poppick y Fiona O’Donnell McCarthy, de la Universidad de Stanford (EEUU), financiado por la National Science Foundation, presenta un modelo formal de las bases cognitivas del conteo.
Partiendo de un modelo de cómo aprende nuestro cerebro, los autores muestran cómo nuestra habilidad para percibir los números emerge naturalmente de interacciones entre el problema de distinguir el tamaño de los conjuntos que los números describen, y la frecuencia con la que usamos diferentes números.
Mientras la capacidad de distinguir números aumenta con el tamaño del conjunto, los autores muestran cómo hablamos -y pensamos- sobre los números cuando más pequeños son, y proponen que la capacidad límite en nuestro “sentido del número” surge de estos factores.
Estos hallazgos, al tiempo de desafiar la idea de que el concepto del número está fundado en un sistema innato para apreciar conjuntos pequeños, también explican por qué a los niños les cuesta asociar números con palabras. Y lo que es más importante, también muestran como este proceso puede mejorarse.
Los números nunca aparecen solos. Podemos ver “tres osos”, pero nunca vemos un conjunto de “tres”, de manera que los niños deben aprender a distinguir qué parte de “tres osos” es “tres”.
Como el aprendizaje está basado en las expectativas, nuestro cerebro aprende adivinando qué cósas conducen a qué. Los niños aprenden mejor a descifrar el sentido de “tres” si la palabra “oso” aparece antes, como en “¡Mira a los osos. Son tres!”.
Si el conjunto de “osos” aparece antes que el número, todo lo que el niño ve competirá por relevancia en su aprendizaje para anticipar el número, y pronto le resultará obvio que “oso” no sirve para discriminar entre “dos” y “tres”, pero que “dos” o “tres” sí lo hacen.
Esta competencia es menos directa cuando “tres” actúa como la base para anticipar “oso”.
De hecho, entrenar a los niños diciendo “¡Mira, hay tres osos!” no tiene ningún efecto sobre el sentido del número, en tanto los niños entrenados con “¡Mira a los osos. Son tres!” mostraron un 30% de mejora en su habilidad para distinguir conjuntos pequeños en tan sólo una sesión de práctica.
Estos resultados experimentales brindan la primera evidencia de que el “concepto de número” puede mejorarse con un entrenamiento bien diseñado, en tanto el modelo computacional ofrece una explicación formal de por qué funciona el entrenamiento, al tiempo de presentar el primer modelo formal de cómo se aprende el “concepto de número” y cómo surgen los límites de la capacidad numérica.
El equipo de investigación utilizó el modelo Rescorla-Wagner para simular aprendizaje y predecir los efectos del entrenamiento en niños. Este es un modelo ampliamente difundido en las ciencias del comportamiento, tanto en términos de su adecuación al comportamiento humano como al animal, y por vasta la experiencia neurocientífica que da crédito a sus mecanismos básicos.
Los resultados de este estudio son potencialmente importantes para el desarrollo de la capacidad matemática en los niños, y pueden ofrecer una base formal para desarrollar intervenciones que ayuden a tratar desórdenes como la discalculia.
Fuente: Science Daily, EEUU. Leer nota original – síntesis-educativa.com.ar
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