Varios autores, pero en especial, Paul Ricoeur , asi como Julia Kristeva, emplean la teoría de la narración-ficción para hacer hipótesis sobre la constitución el sujeto; específicamente, cómo el sujeto se construye a través de la narración. Si pensamos al sujeto como un texto, éste puede ir autoconstruyéndose en la medida que se va narrando…,
Me pregunto: ¿Hay acaso una gramática de la subjetividad en proceso?, ¿hay pautas, formas, modelos para escribirse como sujeto? ; ¿se configuran acaso figuras topológicas, sintaxis, procesos de semiosis, que van negociando significados pero que luego ceden inevitablemente a la seducción de las cartografías bocetadas por el huidizo deseo?… ¿Qué rol cumpliría el psicólogo,? De orientador, de compañero de ruta de otro que busca codificarse y descifrarse a si mismo? Acudiendo a una experiencia personal, contaré que un día, cuando llevaba a mi hija Florencia de 4 años hacia el Jardín maternal al que concurría, ella, con su especial sagacidad me pregunta: -Mamá, ¿existimos en realidad o simplemente somos un cuento que alguien está contando y cuando se acabe el cuento nos morimos…?” Ese “alguien” que Florencia menciona sería el contador del cuento que da marco material o virtual a una historia… a la historia del otro. De alguna manera Florencia estaba poniendo en palabras desde la intuición del niño, algo que sabemos desde la investigación psicoanalítica, desde la medicina, desde la sociología, la importancia del otro para sobrevivir y para constituirnos como seres humanos. Y no de cualquier otro, sino otro que nos nombre, que primero nos inscriba y nos escriba en su propia vida, nos de los nutrientes afectivos y materiales necesarios, y nos enseñe el camino para escribirnos, para tener autoría de pensamiento, para ser luego los escritores de nuestra propia historia. En toda etapa de nuestra vida, necesitamos de otro, que nos registre, que nos reconozca, que nos sirva también de espejo.
Las carencias afectivas, las ausencias de las personas amadas, la violencia, el abuso sexual, las disfuncionalidades de los vínculos tempranos, van modelando el psiquismo infantil de tal forma, que podríamos pensar que dejan “huecos”, como agujeros negros que absorben la energía que, de otro modo, libre, el sujeto podría canalizar a través de la creatividad; esa energía que no se puede sublimar quedaría enquistada en determinadas estructuras, encapsulada como un reservorio energético… Entonces me pregunto: ese reservorio energético que no pudo sublimar, re-orientar en sus fines, ¿se podrá volver a utilizar en alguna otra etapa y circunstancias de la vida? Vuelvo a mi metáfora tomada prestada de la Astronomía: Hasta hace poco, pensábamos que los agujeros negros tragaban la materia cósmica de su rededor y nunca más la liberaban, buceando en publicaciones científicas, leí que un gran agujero negro “traga-galaxias”, escupió literalmente un “quásar”; no pude evitar relacionarlo con algunas de mis ideas o metáforas explicativas acerca del aparato psíquico, más exactamente, de los agujeros negros del inconsciente y acudió en mi ayuda Julia Kristeva. Ella considera que el desarrollo de la actividad representativa del sujeto, implica un fenómeno de “revuelta”, que es una posibilidad de posicionarse subjetivamente recreando y re editando situaciones productivas que sucedieron en el pasado de la persona…
Dice Kristeva, “…como soy de formación lingüística me dedique primero a entender el significado de la palabra “revuelta”, que tiene origen sánscrito y quiere decir: pasar hacia atrás y volver hacia el futuro”
“A diferencia de las certezas y las creencias, la revuelta permanente es ese cuestionamiento de sí mismo, del todo y de la nada, que evidentemente, ya no tiene lugar o razón de ser” J. Kristeva. El provenir de la revuelta. 1998.
Haciendo flexión con este término y concepto de Kristeva, podemos pensar que para que se produzca esta re-vuelta, el sujeto debería poder “viajar” a través de su historia libidinal, buscando algo así como “puntos de restauración del sistema”, instancias en las que “funcionó bien”, para poder tomar de allí los significantes, la energía necesaria para construirse una nueva identidad al modo como construían las antiguas civilizaciones sus ciudades: la nueva sobre los cimientos de la vieja. ¿Podremos, en determinadas situaciones, obtener “material” para re-construirnos de esos “agujeros negros” del inconsciente? Esto sin duda permitiría al sujeto transformarse, crearse acorde a sus necesidades actuales, pero sin dejar de reconocerse; de pertenecer a un grupo, de tener una historia común con otros, pero haciéndose dueño de su deseo y por lo tanto de su identidad. La revuelta, sería a mi modo de ver un acto de libertad, una búsqueda emancipatoria.
Silvia Pérez Fonticiella.
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